No os amoldéis a este mundo,
(Roma 12, 2)
…..No acomodarse, no someterse, no
dejarse guiar por este mundo……
Esta expresión Paulina, no tiene el significado
de alejarse de todo, de no dejarse influenciar por nada ni nadie. Más bien
Pablo, quiere una renovación de Vida Cristiana, una transformación de actitud
cristiana, una verdadera “revolución” interior que culmina en la imagen de un
corazón nuevo. Corazón que es llamado a amar mucho más allá de emociones y
sentimientos, un corazón que entiende de conceptos y que sabe discernir entre
lo dulce y lo amargo, es decir un corazón limpio que sabe clarificar y traducir
la vida de su Espíritu. Se trata de una revelación para llegar a comprender de una vez por todas
que quiere Dios de cada uno de nosotros. “He venido del Cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad de Aquél que me ha enviado”. Y que mayor afirmación
que Cristo, como realizador de la voluntad de Dios. Esta es la manera de
comportarse y para descubrir cuál es la voluntad del Padre para nosotros
debemos y tenemos que renovar nuestro corazón para dejarle hueco y espacio al Espíritu Santo, para que el mismo
nos ayude y conduzca a descubrir nuestro papel en “el Plan de Dios”.
Así, día 22 de Febrero de 2012,”
Miércoles de Ceniza” quisiéramos Señor, darte gracias en este tiempo de
misericordia, cuando nuestro interior y nuestra vida cristiana se nutren de tu
Palabra, para celebrar el misterio de Cristo, muerto y Resucitado. La armonía
de nuestra vida interior nos hace entablar un dialogo de amor. En eso consiste;
en amar, estar disponibles, servidores
los unos de los otros, como ha dicho el Santo Padre, en su mensaje para
Cuaresma: “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y de las
buenas obras”. Atentos a escucharte entre tantas palabras que resuenan en este
mundo en que vivimos. A veces Señor nos amoldamos a este mundo que se rige por
coordenadas distintas a tu Voluntad. Nos envuelven egoísmos, odios y envidias. Somos carne de cañón del consumismo,
del afán e poder, de altanería y presunción. Nos hacemos esclavos de objetivos
y construimos dioses a nuestra medida, nos involucramos en todo aquello que
exige el mundo, el placer, el deleite, la falsedad volviendo la espalda al Dios
de la Palabra.
Señor, precisamos de una conversión
radical de nuestra fe, alúmbranos para saber escuchar tu Palabra y recrear en
nosotros un corazón nuevo. La conversión de la mente y el corazón culminará
amando cordialmente de modo que cada uno estime a los demás, más que a si mismo
con la alegría propia de los que sirven sin pedir nada a cambio. Dejando valer
la justicia, combatiendo el mal con el bien. (Así nos ha dicho el discípulo de
Pedo, hace pocos días: Hagámoslo los unos con los otros, con el don de la
reciprocidad, luchando contra la indiferencia y corrigiendo a quien lo necesita)
María, la Madre de Dios, la esposa del
Espíritu, como Elegida del Padre, se hizo sierva y respondió al mensajero que
venía de parte de Dios: Hágase en mí según tu palabra. Ella jamás se amoldó al
mundo, ni se ajustó a él, sino que transformó su mente y su corazón, para saber
discernir la voluntad de Dios en su propia vida. Amén.
(Lectio Divina)
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